viernes, 13 de abril de 2007

La magia más antigua I. la planta del Soma (Continuación al templo inconcebible)

Existe un antiguo concepto griego que venía rondando mi cabeza desde que volví del Tibet: la palabra Kairós. Con ella se expresa el "momento justo", la experiencia de estar ante el instante oportuno, el tiempo de la ocasión. Se le representaba como una figura alada, indicando su naturaleza pasajera. Debía ser asido o de otra forma se corría el riesgo de no poder recaptarlo.
Kairós entonces. El momento adecuado está aquí. Había madurado lo bastante nuestra comprensión de lo que es el cable que recorre nuestra torre - desde el subsuelo hasta la piscina en la última planta del edificio - como para tratar de abordar sus secretos. Partíamos de saber que es un artefacto antiquísimo, que Perret y Oriana lo trajeron desde el templo del Tíbet pero que tal vez su origen no estaba allí, que en la piscina se recolecta el ser en bruto que se llama quintaesencia, pneuma, éter, qi o espíritu de la tierra, al parecer haciéndola ascender desde el subsuelo, como haría un árbol para tomar el agua. Tal vez por esto o como modo de manifestar su naturaleza de ente sagrado a partir del cual generar todas las cosas, si meditas en la piscina, si observas con atención hasta que el mundo se vuelve transparente, puedes ver como del agua brota la parte superior del cable, que ha tomado la forma de la planta del Soma.
Según la tradición hindú, Soma es el nombre de una planta y el nombre del dios que habita en su jugo, del cual se alimentaban el resto de los dioses. Era divino e inmortal, confiriendo esa inmortalidad a los dioses y a los hombres. Daba fuerza al guerrero, inflamaba la imaginación del poeta, confería visiones al sacerdote y la seguridad ilimitada en las posibilidades de la propia acción. Es el vehículo de la embriaguez sagrada. En estos y otros sentidos se le compara con Dioniso. Dice en referencia a él un antiguo himno:

"Eleva el alma de la tierra al cielo;
así de grandes y maravillosos son sus dones.
El hombre siente al dios en sus venas
y exclama en voz alta la frase de alabanza:

Nos hemos saciado con el jugo del Soma
y nos hemos vuelto inmortales;
hemos entrado en la luz,
y a todos los dioses hemos conocido".

Y aquí le tenemos, expléndido y brillante emergiendo del agua. Confirma con su presencia que desde este recinto sagrado y a través de él, obran los dioses o las fuerzas del mundo, dando forma al caos informe. Pero, ¿cómo?
Judith, Gabrielle y yo estuvimos pensando como abordar su comprensión de forma directa, ya que de seguir especulando, corríamos el riesgo de perdernos en las formas de las palabras que utilizábamos para hablar de todo ello.
Gabrielle me explicó que trataría de comprender la naturaleza del propio cable, cuya cima tomaba la forma del Soma: ¿estaría vivo?, ¿cómo crece? Yo por mi parte quería entender su funcionamiento: ¿cómo actúa? Si como yo pensaba es una fuente de la manifestación, un lugar donde del caos amorfo surge el mundo, sería increíble poder contemplarlo y comprender en la medida en que fuera capaz de hacerlo.
Con esos propósitos subimos esa tarde hasta la sala donde está la piscina, sala que ocupa la última planta de la torre por completo.
La rosada luz primaveral que aquella tarde entraba por los ventanales se reflejaba sobre el agua haciendo que sus ondas luminosas danzaran parsimoniosas por el techo y los muros.
Y en el centro del centro, la planta del Soma emergiendo del agua.
Al contemplar aquello se dibujó una gran sonrisa en mi cara. Pensé que precisamente yo, nadie en particular, tenía acceso a aquel lugar y tal vez estaba a punto de contemplar el proceso de los procesos, el misterio de los misterios.
Kairós volaba en frente de mí.


No hay comentarios:

 
Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.