Que uno no sea un tipo creyente al uso no impide que pueda sentir la fuerza que emana de lo sagrado, sea un lugar, un momento o una persona. La torre que habitan mis compañeros y maestros aquí en París es un lugar más que especial; un eje del mundo, un pilar del cosmos en el que crece el árbol del soma. Un templo al fin y al cabo. Pero cuando se me muestra con total claridad es cuando llego de madrugada y encuentro a Judith en el salón, relajada, oyendo música y leyendo; deja el libro sobre la mesa en cuanto repara en que he entrado; me dedica su increíble sonrisa, un saludo y un beso; me ofrece un trozo de tarta o un té y se sienta junto a mí deseando saber en que andan mis quehaceres, mis pensamientos y mi corazón.
Y tú eres el chico que charla con su mejor amiga, con su mejor amante.
Y la escena reverbera más allá del tiempo.
Y tú eres el héroe que se detiene a reposar en el templo de la mano de Afrodita.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Ahora lo llaman follar y lo dessacralizan pero follar.... fue un acto sublime y sagrado como el peyote o la ayahuasca
Y eso ¿quien es capaz de entenderlo en estos tiempos de destruccion?
Saludos
Anunnaki
Publicar un comentario