¡Qué lugar más increíble!
Difícil describir todo lo que experimenté cuando estuve allí; de lo que estoy seguro es de que no será la última visita.
Aquellos que nos acogieron fueron anfitriones perfectos, de ese tipo de gente que te hace preguntas y se preocupa realmente de escuchar las respuestas.
Cuando se interesaron por mi forma de entender el mundo y la magia, estuve un rato tratando de hacer coherentes para otros mis disquisiciones de teoría de sistemas y caos. Ellos asintieron como comprendiendo en seguida y dijeron:
- eres un mago taoista.
Bueno es saberlo.
La verdad es que lo que aprendí allí me ha sido imprescindible para comprender todo lo que me ha ocurrido después.
Observar cómo fluía el qi a través de un maestro de Tai-chi en un parque me dio muchas ideas. Trato de aprender algo aquí en París con un curioso profesor que no quiere cobrarme. A cambio me dijo que sólo quiere que le traiga fortuna a sus hijos. Así, sin comerlo ni beberlo y sin que yo le haya contado nada, por supuesto, me pidió eso. Le he dicho que trato, porque me han contado que es un gran profesor. Ya veremos cómo saldo yo mi cuenta con toda la estirpe del señor Yu.
Por cierto, estoy muy orgulloso de las fotos que tomé en Shanghai. He conseguido llevar mi mente a cierto estado de contemplación con el que consigo capturar escenas memorables. Estado que tiene mil aplicaciones más.
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