martes, 16 de diciembre de 2008

La flauta de caña I. Desde las ruinas

Para Abel, quien me habla de los tesoros que aguardan a ser encontrados entre las ruinas.


“Es por la verdad interior como comunican entre sí los elevados conocimientos de todas las sabidurías.”
Henry Corbin

La tarde se presenta solitaria y lluviosa como lo son últimamente casi todas aquí en la Torre. Mientras esperaba en el salón he estado toqueteando el piano de Judith, contemplando las fotos que hay sobre él con los rostros de mis amigos y compañeros, todos aquellos que frecuentaban esta casa y a los que sus quehaceres, la fortuna o el peor de los destinos han terminado por alejar de aquí. Con su ausencia este lugar magnífico que apenas ha comenzado a revelarnos sus misterios empieza a asemejar un templo abandonado. Puede sentirse como va desapareciendo la vital impronta de Judith, Onire ya no guarda implacable sus muros y Karel duerme; sobre la piscina en el último piso ya no brota la planta del soma y a la biblioteca casi no acuden consultantes.

Son muchas cosas las que han acontecido y no he tenido la entereza ni la volutad de registrar en este diario, pero París es ahora un lugar más sombrío. Las visitas de Eugen pesan como una losa sobre cada uno de nosotros pues con su olfato infalible ha encontrado la porción de nuestro corazón donde clavar su estandarte. Ahora su presencia genera un terror permanente y al mismo tiempo quiere que pensemos que nos resulta imprescindible. Y lo peor de todo es que creo que tiene razón. Me asomo a la terraza veinte pisos sobre el suelo de París y siento como su sombra de serpiente se proyecta sobre toda la ciudad; o tal vez sólo haya velado mis ojos y con ello conseguido que así lo crea.

-Es lo que hacen los demonios -me dice siempre Yué con toda naturalidad-, te ciegan para que no alcances el lugar donde ya no pueden tocarte.
Sus palabras me recuerdan también mucho a mi querido señor Istrati.

Yué vino a vivir aquí desde Shanghai y gracias a ella he podido retomar mis clases de esgrima allí donde mi antiguo maestro las dejó. Nos aporta su ayuda y consejo pero –por encima de todo y aunque no me lo haya dicho-, sé que sus maestros la enviaron para vigilar de cerca este lugar, uno de esos enclaves cuya existencia compromete al cosmos. Aunque no quiero entrar por el momento en ese tema.
Pienso ahora en Yué porque cuando observa lo perdidos que solemos encontrarnos sin guía ni maestro sentencia con preocupación: “Aquí los ancianos os han fallado”, y lo dice al mismo tiempo maravillada de que a pesar de su ausencia sigamos enfrascados en cuerpo y alma en nuestra búsqueda. ¿Es esta búsqueda aún así posible? No lo sé. Pero pienso que para embarcarse en pos de la verdad no es preciso creer que alcanzarla es posible, es preciso creer que es necesario.

Considero a mis compañeros mis maestros. Con ellos he vivido todo lo que me ha hecho comprender, pero a la vez comiezan a esperar de mí guía y consejo. Y empiezo a temer no ser el hombre que debiera ser. Las fuerzas muchas veces flaquean, pero aunque de esto no hablo con nadie tampoco soy tan iluso como para pensar que no se dan cuenta.

¿Habría sido preferible desapegarme de todo lo que conozco, amo y deseo proteger y marchar hacia oriente junto a Yué a recibir las enseñanzas de sus maestros? Irme lejos en mi propia búsqueda dejando este lugar y a los que aquí moran a merced de Eugen –y de aquellos que son tanto sus adversarios como los nuestros-, olvidarme del destino de todos y de cómo mi presencia o ausencia podría afectarlo, es una idea que va despareciendo de mi mente.

Retomé hace poco mis tribulaciones cuando al leer a Jünger encontré estas líneas en La emboscadura:

“No podemos limitarnos a conocer en el piso de arriba la verdad y la bondad mientras en el sótano están arrancando la piel a otros seres humanos como nosostros. Eso es algo que no puede hacerse ni aunque uno se encuentre en una posición no sólo bien asegurada, sino también superior; y no puede hacerse porque el sufrimiento inaudito de millones de seres humanos esclavizados es algo que clama al cielo”.

Me pareció que difícilmente se podía tener más razón: no debemos salir en busca del espíritu y perder el alma por el camino. Pero contra lo que podríamos pensar no es esta la posición de una mentalidad típicamente occidental o atrapada por la historia, sino la de aquel que conoce el vértigo que ésta nos transmite y quiere alcanzar el lugar de quietud más allá de ella; reconquistar aquello que nos hace genuinamente humanos.

Tiempo y eternidad no son opuestos más que en las mentes de aquellos que no somos sabios. El sabio es aquel que vive en el mundo pero no está limitado por sus categorías, se encuentra simultáneamente en el tiempo y en la eternidad, pues desde su perspectiva su oposición es tan ilusoria como todas las demás.
Se cuenta que la actitud de los maestros taoístas estaba orientada hacia el regreso al mundo. Un distanciamiento de los asuntos y preocupaciones cotidianos podía ser necesario en un principio, pero con el tiempo se les volvía a encontrar entre los hombres “distintos de ellos y sin embargo semejantes a ellos”, encarnando en sí la voluntad del Cielo, habiendo restituido la espontaneidad natural. Es posible que el retorno sea mucho más difícil que el distanciamiento. La prueba definitiva.

Pero aunque sea una situación desfavorable la que hemos heredado, la cuestión es si siempre y aún así podemos encontrar un camino, si es posible, desde el precipicio que parece truncar la ruta, acercarnos a la verdad, aquella que ilumina todo lo que es sabiduría alimentándolo desde dentro. Pues si ciertamente es la verdad, ¿acaso podría ser de otro modo? Debe estar aquí y ahora, en cada uno de nosotros; es nuestro legado inalienable, patrimonio de todos y de nadie, más allá del tiempo, del mito o de la historia, de las formas con las que se viste y de aquellos que las custodian. Irradia desde el origen, un origen que no es un pasado remoto, perdido o inalcanzable, sino el eterno principio, el principio que siempre ES y por tanto siempre será accesible por mucho que llegue a ocultarse.
Esto es lo que debo creer, pues ha de ser propio del caósofo percibir, al contemplar las ruinas, no sólo devastación, sino un mundo de oportunidad donde todo espera ser renovado. Sólo nos es posible partir del oscuro punto en que nos encontramos, pero en la oscuridad el mensaje que incita al viaje brilla todavía con más fuerza:

“Despierta y levántate de tu sueño,
y oye las palabras de nuestra carta.

¡Recuerda que eres hijo de reyes!
¡Mira la esclavitud en que has caído!

¡Recuerda la perla
por la que has sido enviado a Egipto!

Piensa en tu vestido resplandeciente
y recuerda tu toga gloriosa

que vestirás y te adornará
cuando tu nombre sea leído en el libro de los valientes

y que con tu hermano, nuestro sucesor,
serás el heredero de nuestro reino.” *


Se dice que aquel que busca es en realidad buscado, que es la verdad quien le encamina hacia sí. Por eso, cuando este mundo parece negarnos la guía de un maestro, en ocasiones es él quien encuentra la ruta para visitarnos desde Otra orilla.

Europa después de la lluvia II, de Max Ernst.

* fragmento del Himno de la perla
.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Pola: Estas palabras llegan en un momento muy especial...

Gracias!

M.

Anónimo dijo...

Querido M.,

diría que no sabes lo que me alegra lo que comentas, pero no sería verdad.

Gracias a ti, amigo.

Abrazos!

Anónimo dijo...

Habre leido y releido atentamente el relato de de tu conversacion con Fungus mas de una docena de veces y mi sensaciones al respecto se han ido transformando tanto como en cada ocasion he dudado.
Al principio iba a darte mi opinion y decirte lo que me hacia sentir, pero con el tiempo y las pausas y las relecturas creo que lo he visto mejor.
No deberian ser esas las palabras las que deberian salir de mi boca y no hay mas pregunta que la tu te haces y mas sentimiento que los que en ti provoca. El relato apuntaba hacia ti, hermanito, y aunque no niego que pueda asumir algunas de sus partes, en conjunto y en concreto creo que solo tu lo puedes hacer todo tuyo.
La pregunta que quise no hace mucho pronunciar y he tardado demasiado era simplemente que te habia hecho sentir.
Temia que estuvieras asustado. Me preguntaba si necesitabas ayuda y apoyo.
Entonces ha leido tu siguiente anotacion y se me ha ensombrecido el corazon en parte. He leido los trazos de lo que tenia sospechas o llamalo corazonada y que demasidas veces me he negado a aceptar, cegada por la adoracion, el respeto y la fantasia de que tu sabiduria, tu fortaleza y tu valentia podian con cualquier obstaculo, y me hacian olvidar que tambien sufres.
Me preocupas, pues si a mi me acucia estando un escalon mas bajo, que no te acosara a ti que estas justo en lo alto. Me avergüenza el a veces olvidar pensar que necesitas unas palabras, una caricia en el cuello, una mano sobre tu hombro, la certeza amorosa de que no estas solo.
Yo deberia entenderlo. Soy mayor que tu. Y si creo que os hemos fallado.
Has tendido mucho mas tu mano hacia mi que ha ocurrido lo contrario.
Pienso a menudo que te lastro, y que causo alguna de tus mermas, en vez de aligerarte tus propias cargas.
Te veo en mi corazon y me asusta pensar en el dia en que tu cuerpo o tu mente te traicione y se haga evidente que la tension, el cansancio y la flaqueza sea lo unico que pueda encontrar en ti.
Es cierto. A veces te miro y contemplo tu sienes y tu pelo y busco algo tan nimio como un subito rastro de canas.
Pero me callaba y me retraia. La razon encuentrala entre que no quise nunca importunarte y una reconcentracion sobre mi misma. Quiza es justo decir que no me preocupaba lo suficiente.
Pero me estoy replanteando. Intento que sea verdadero.
Entonces he leido la cita que tan bien traida señalaste y lo entiendo.
Su autor ha puesto en palabras ese sentimiento de congoja que yo siento en la garganta desde hace un largo tiempo.
Ese sentir que rebulle cuando contra ti chocan las preguntas:
¿Por que no te marchas y te alejas de este infierno?
¿Por que sigues apostando, en ocasiones todo, a una emocion incierta?
O Simplemente ¿Por que?
Mencionas la Verdad, y perdoname que no lo entienda del todo, pues tu eres mas maestro taoista que yo bruja sabia, se que tienes razon.
El camino se abre en ti, y en tus palabras.
Lo he sentido siempre en la creencia de que la vida se impone sobre la pena y los obstaculos y que esa es solo una de las partes de la Verdad.
Ahora los fragmentos del himno de la perla vibran en mis labios de nuevo mientras te leo para inspirarme estas lineas y me reconforta en la esperanza que transmite pero me impele a actuar como debe ser.
Estoy contigo. Junto a ti. Soy tu hermana no solo de palabra, si no de accion.
Solo dejame reformular la pregunta que tenia en la boca y decirla en voz alta:
Dime Franta, ¿Que necesitas? ¿Que te puedo enseñar? ¿Que puedo darte aunque no lo recupere? ¿Que necesitas de mi para alcanzar un paso mas cerca de la Verdad?
No habra esfuerzo grande ni sacrificio pequeño.
Sencillamente ¿Puedo descargar tus hombros?
Yo voy a tomar las riendas de lo que soy responsable.
Por que incluso en este mismo momento claman al cielo. Y yo tengo tambien culpa.

Anónimo dijo...

Querida Gabrielle,

tú jamás me has lastrado: recuerda nuestro viaje a Creta, la danza de la primavera en la cima de la Torre, la mano del destino trayendo a Asier, un "principio" en lugar del fin para aquel lugar terrible del que habían huído hasta los pájaros.
No amiga mía, tú siempre me has traído inspiración, protección, amor. Tú has hecho que tuviera que encontrar fuerzas cuando las creía agotadas y esperanza cuando todo parecía perdido, pero en ocasiones no puedo evitar sentirme solo frente a ciertos retos, y es entonces cuando Eugen insiste en que sólo él puede enseñarme lo que necesito aprender, sólo él sabe qué preocupaciones me desvelan. Por eso el viejo Fungus recordó aquel relato para mí. Tengo mucho que aprender ahí, y si no soy sabio, mucho que perder, pero estos miedos y tribulaciones son parte del viaje, parte del precio del camino por el magnífico universo que hemos elegido transitar.
Pero aquí estamos; y no desfalleceré, te lo prometo.

Besos, mi hermana.

Anónimo dijo...

hola Pola e ojeado tu blog por primera vez y me a atraido mucho, porque continuamente haces referencia a obras y escritores que son de mis preferidos,corbin,kingsley,guenón,harpur....y también me gusta como escribes,tu prosa es muy evocadora,y en esta primera cata percibo un aroma a los poetas románticos,uno de mis preferidos es Novalis,en especial su obra "los discípulos en Sais",que me a venido a la cabeza.
Un saludo,y espero que nos sigas regalando con nuevas aportaciones a ti diario.

Anónimo dijo...

Perdón a tu diario

Anónimo dijo...

Joaquín,

muchas gracias por comentar y por tus palabras. A mí también me fascinan esos autores, aunque para poder compartir contigo toda la lista tengo pendiente la lectura de Novalis (como tantas otras, ciertamente...) Se agradece mucho toda recomendación.

Espero seguir contando con tus visitas y tus comentarios. Siempre serán bienvenidos.

Un saludo.

 
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