martes, 5 de junio de 2007

Trazando el camino a Hurqalya. La estrella Polar

¿Cuál era pues el camino que debía seguirse para llegar a la tierra del Alma? Leer todo lo posible sobre el tema ocupó mis siguientes semanas. En la biblioteca de la torre tuve la fortuna de coincidir con Karel en algunas de sus horas de estudio, una compañía de lo más inspiradora y apacible. También muy estimable cuando te encuentras con algunos textos en latín o con simbolismo de lo más hermético.
En los relatos de los peregrinos místicos que leí se hacía referencia a la marcha en cierto sentido hacia el que debía uno orientarse para encontrar el camino. Esta dirección es el Oriente-origen del alma, que no se encuentra al este geográfico, sino que es un símbolo de otro símbolo, el de la ascensión hacia el polo cósmico, aquel en el que se encuentra Hurqalya, el umbral del más allá. ¿Cómo llega el peregrino al polo u oriente cósmico? Los diferentes relatos que narran sus experiencias utilizan la temática de aquel que habiendo abandonado su tierra de origen y encontrándose en el exilio, debe emprender el camino de vuelta para encontrarse con su Yo celestial, su ángel o Guía y reencontrar así su totalidad.
Leí por ejemplo el precioso Canto de la perla, que pertenece a los evangelios apócrifos de Los hechos de Tomás (siglo III). Allí un príncipe abandona su morada luminosa en Oriente cuando sus padres lo envían a occidente con la misión de traer la perla que guarda un dragón en Egipto. Habiéndose extraviado en su camino, pues llega a olvidar quién era y cuál era su cometido, mensajeros del reino de su padre le hacen llegar una carta que le revela cuál es su identidad. Al partir de regreso vuelve a vestir el traje de luz que poseía cuando vivía en Oriente, imagen en este relato de su Yo celestial. Explica su encuentro diciendo:

"Como si fuera un espejo, vi de repente el vestido sobre mí,
Lo vi enteramente sobre mí, me vi y me reconocí a través suyo;
Habíamos estado separados, de nuevo éramos lo mismo."

En otro texto llamado Relato del exilio occidental, el místico iraní Sohravardi (s. XII) narra la vuelta al polo origen, el norte cósmico, el centro donde se encuentra la tierra mística de Hurqalya. Se encuentra en la superficie convexa de la última esfera, aquella que envuelve todo el universo sensible y está por tanto más allá de éste. Debe pues ascender por la montaña cósmica que recibe tantos nombres. Y la clave de esta bóveda celeste, el polo, está constituido por la Roca de esmeralda que ilumina toda la montaña. Allí está el umbral donde se encuentran las ciudades de esmeralda iluminadas por su propio resplandor interior. Allí lo corporal deviene espíritu y lo espiritual toma cuerpo. Se produce el encuentro del peregrino y su Guía, en la cima de la montaña cósmica, el lugar intermedio entre el mundo físico y aquel de puras luces espirituales.
En el Avesta, el texto religioso del zoroastrismo, se dice que es en la cima de la montaña cósmica, en la estrella Polar, donde está la morada del ángel Sraosha, nada menos que el ángel de la iniciación.
Cuando el peregrino se aproxima a la cima resplandece el sol de medianoche, imagen de la luz interior que se levanta en el cielo del alma. Esta es la luz que puede guiarle en semejante viaje, muy diferente a la luz ordinaria del día que es aquella de las evidencias que aprendemos en la vida como única realidad. Así el sol de medianoche es el portador de la luz en la noche mística en que se produce la reintegración del ser humano.
Debido al simbolismo que en estos relatos posee el centro cósmico, se percibe la estrella Polar como imagen de esta experiencia del centro primordial. La estrellas de la constelación de la Osa menor que la rodean participan de su esplendor, dotadas de gran simbolismo a su vez. Son designadas como los siete abdal, personajes misteriosos que constituyen los ojos por los que el más allá mira este mundo. No es extraño en absoluto que sea la estrella Polar un símbolo del centro cósmico, siendo el centro alrededor del cual gira la bóveda celeste en el mundo físico.
Charlando con Karel en un descanso de nuestras respectivas lecturas, le comenté que yo mismo había meditado sobre la estrella Polar. Fue cuando comprendí que era capaz de percibir otros tiempos desde nuestra torre y que esto se debía a que por su rito de construcción había sido erigida como un templo del centro del mundo. Al comprender esto pensé que si encontraba alguna forma de llevar el centro conmigo sería capaz de realizar esa magia desde cualquier lugar en el que me encontrara. Me había imaginado entonces teniendo una atalaya en la estrella Polar, en el centro del cielo desde el cual poder contemplarlo todo. Karel me explicó que las propiedades de los astros pueden ser captadas si se elaboran los talismanes adecuados, y que tal vez se pudieran vincular las energías de la estrella a algo que yo pudiera manejar.
- ¿Y a uno mismo?- dije - ¿Puedo vincularme yo mismo con la estrella Polar?
- Es posible - comentó - Deberías generar un fuerte lazo con ella, para que existiera correspondencia entre vosotros y resonarais - se calló un momento pensativo - Aunque de algún modo ya lo haces... Es un buen comienzo.
- ¿A qué te refieres? - pregunté intrigado
- ¡A tu nombre Pola! - contestó riendo.

1 comentario:

wz dijo...

https://nebularia.bandcamp.com/album/hurqalya

 
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