martes, 10 de julio de 2007

Las que han elegido

- Ahura Mazda, el sabio señor, el justo y el bondadoso es el nombre con que los zoroástricos se refieren a Dios. Es la causa primera de todo lo que es bueno, creador y guardián del asha, el orden cósmico y de todo lo que se encuentra en armonía con él.
Elyse hablaba con voz pausada mientras con sus brazos hacia lo alto dibujaba un arco con el que quería enfatizar la idea de totalidad.
Me había pedido que permaneciera junto a ella en el interior de aquel anillo de fuego. Prometió que ningún demonio lo traspasaría y que cuando sintiera que era un momento seguro ella misma me escoltaría hasta el árbol al final del camino.
Había sacado todo lo necesario de las alforjas de su caballo para preparar un té y me senté junto a ella a responder a sus preguntas y a escuchar sus respuestas. Primero hablé yo, explicando mi búsqueda y lo que me había llevado hasta allí. Después ella, llena de pasión y orgullo, me contó su historia:
- Y sobre Ahura Mazda hablan los versos de este Gatha, uno de los himnos del Avesta:

"Esto te ruego, dime la verdad, Señor. ¿Quién era el Padre del Asha al principio, en el momento de la creación? ¿Quién determinó el rumbo del sol y las estrellas? ¿Gracias a quién crece y mengua la luna? Esto y aún más, oh Mazda, es lo que deseo saber.
Esto te ruego, dime la verdad Señor. ¿Quién ha sostenido la tierra desde abajo e impedido que el cielo se desplome? ¿Quién protege las aguas y las plantas? ¿Quién engancha veloces corceles a los vientos y a las nubes?
Esto te ruego, dime la verdad, Señor. ¿Qué artesano creó la luz y la oscuridad? ¿Qué artesano creó el sueño y la actividad? ¿Gracias a quién existe el alba, el mediodía y el atardecer, que recuerdan a los fieles su deber?"

- Pero del Abismo - continuó explicando -, surgió aquello opuesto al asha: era Angra Mainyu, el padre del druj, la falsedad y la mentira. Se levantó desde las profundidades y al contemplar la maravilla que era la creación, su odio y su rencor le llevó a forjar en las tinieblas a la multitud de sus demonios que se entregarían a su obra de corrupción y aniquilamiento. Y Angra Mainyu enfrentándose a Ahura Mazda le dijo: "Me levantaré e incitaré a tu creación a desprenderse de ti y a prendarse de mí."
El Sabio Señor comprendió que podría vencer a las contrapotencias del druj, pero para ello necesitaría tiempo, y creó el tiempo limitado a imagen del tiempo eterno. Este ciclo de tiempo, este Aión sería el instrumento para llevar a cabo la ruina de los demonios, pero en él deberían combatir los seres de luz para asegurar la victoria. Además de a los arcángeles (los Amesha Spentas) y a los ángeles (los yazatas como Mitra), Ahura Mazda había creado un ser celeste, un ángel tutelar para cada elemento de la creación. Estas eran las fravarti, ángeles de cada ser del mundo, a quienes despertó a la individualidad y a la conciencia. Y fue a las fravarti de los seres humanos a las que Ahura Mazda pidió que decidieran su destino: o bien permanecer en el mundo celeste protegidas de la corrupción que en la tierra ejercía el druj, o bien combatir para la llegada de la regeneración al término del Aión. Las fravarti accedieron a luchar y así dieron sentido a su nombre, las que han elegido. Y esta decisión fue fundamental - me explicó tras una pausa -, pues Ahura Mazda reveló a su profeta Zaratustra que sin la ayuda de las fravarti no habría podido proteger la creación del ataque de Angra Mainyu.
Es tarea de todo ser humano participar de esta lucha y encontrar la vocación propia durante su existencia terrenal. Aquel que abre los ojos como tú has hecho hoy inicia la restitución de la tierra a su pureza paradisíaca. Esta es la victoria del alma descendida. Somos seres de luz Pola, responsables del estado de la creación, hijos de la Señora de la Morada. Tú hoy te has sentido como tal, has comprendido. Continúa con tu camino y vuelve trasformado para participar en tu misión como ser de luz.
Después, con un tono muy diferente y su sonrisa ladeada me dijo:
- Te digo esto porque te conozco y sé que eres capaz de largarte al paraíso y no volver, pillín.
Era más que curioso ver a un ángel poner esa cara y ese tono de voz. Elyse la fravarti. Casi nada.
Sonreí y le expliqué aquello que en referencia a la búsqueda me había dicho Joao: "no es un lugar en el que esconderse, sino que aquel que lo encuentre podrá traer ese reino hasta este."
- Me gusta ese Joao - me dijo.
- Pues espera a verlo en persona - le comenté -. Le encantará saber que hay alguien más dispuesto a partirse la cara junto a él contra todos los demonios.
- Eso es importante - comentó volviendo a un tono más grave -. Algo terrible está ocurriendo. El druj está muy activo y yo siento como una llamada. También debo ir a un lugar... No sé, tal vez haya una batalla, o tal vez muchas. Supongo que no debo demorarme más - me dijo de pronto levantándose del suelo.
Recogió los cacharros del té y tendiéndome una mano me ayudó a incorporarme mientras con un gesto de la otra apagaba el anillo de fuego. Después cogiendo las riendas de su caballo caminó junto a mí por el luminoso sendero hasta la sombra de aquel árbol. Junto a su tronco en el suelo había una abertura por la que se podía descender. Entonces nos miramos a los ojos y nos abrazamos con fuerza:
- Ve con cuidado cariño - me dijo -, no eres demasiado bueno defendiéndote. No tienes ni media...
Interrumpí su acertada frase dándole un beso.
- Ten cuidado tú también - le dije acariciando su pecosa cara.
Cuando comencé a descender por las raíces del árbol, vi que se asomaba al interior del hueco y con un gesto lleno de determinación me dijo:
- Y no te preocupes. Ahora ya sabes que la victoria sólo es cuestión de tiempo.

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