sábado, 31 de enero de 2009

El ney

Inflama, aliento que me atraviesas,
el sonido de la flauta de caña.
Arde en mí, fuego de la Tierra luminosa,
prendiendo las estrellas
que se tornan almenaras.

Eternidad, si jamás concluyes,
¿qué podría mermar tu luz?
Señalas por siempre al viajero en el exilio
el titilante camino del retorno.

6 comentarios:

Hagbard Celine dijo...

El camino de vuelta a la fuente...

Anónimo dijo...

Así es Kodiak, bienvenid@.

Y gracias por el vínculo desde tu bitácora.

Saludos!

Anónimo dijo...

¿Que soy yo sin su soplo,sin su aliento?
Yo no soy nada,es Él el flautista y el ney.

Anónimo dijo...

Sobre la expresión de esa certeza, me pareció hermosísima esta cita de Rûzbehân:

"Desde antes de que existan los mundos y el devenir de los mundos, el Ser divino es el amor, el amante y el amado"

Abrazos.

V dijo...

Qué belleza se vislumbra en tus palabras, Pola.
Llevaba días sin entrar por aquí, qué grata sorpresa.

Un fuerte abrazo

Anónimo dijo...

Muchas gracias Sahaquiel.
Me alegra que hayas decidido dar un paseo por aquí porque, ya sabes, esta es también tu casa.

Un abrazo!

 
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