sábado, 24 de noviembre de 2007

El orden de los bosques

Mientras retornaba al castillo en la oscuridad de la noche, atravesar las desiertas calles en las que sólo resonaban mis pasos hacía que me sintiera la única fuerza impulsora de aquel lugar. En ausencia de Stibor, su aspecto terriblemente decadente se me hizo insoportable y comprendí hasta qué punto era este un reino extenuado y enfermo sostenido por una frágil tensión al borde del colapso. Ya no era fuerza ni una magia poderosa lo que percibí conforme ascendía por la escalinata de la colina hacia las murallas, sino la precaria existencia de un castillo de arena que amenazaba con desmoronarse y sepultarme para siempre.
¿Qué me esperaba en este lugar? ¿Acaso todo el vasto conocimiento que atesoraba Hlinka encerraba siquiera una sola chispa de sabiduría? Persecución, caza, sometimiento; levantar murallas, atar las fuerzas del mundo; petrificar tu alma, ser aquel a quien todos temen; convertirse en monarca de la nada absoluta, totalmente extraviado, enfermo de orgullo, terrible y solo.
Según me acercaba al palacio real sentía crecer la intensidad de su presencia y podía notar su impaciencia mientras yo caminaba despacio a su encuentro por las calles de aquella fortaleza, el magnífico "umbral de los umbrales" cuya gloria estaba destinada a llegar a las estrellas y que Hlinka había transformado en una miserable prisión.
Cuando alcancé el salón en el que me aguardaba abrí sus puertas decidido, recordando vivamente el rostro y las palabras de Stibor:
"no desesperéis Pola. Tendréis vuestra oportunidad."
Y allí estaba él, de pie junto a la chimenea observándome fijamente. Fingía calma, aunque el reflejo de las llamas danzaba en sus pupilas delatando sus emociones; o había relajado el velo con que las cubría o éste no podía esconderlas ya de mí. Era evidente su satisfacción apenas contenida por haber llevado a cabo la misión que me había encomendado, pero además pude sentir claramente, como si fuera yo quien lo pensara, que creía haber hundido al fin el último clavo sobre mi ataúd y que a partir de ahora sería dueño y señor de mi voluntad. Estaba seguro que los sucesos me habían llevado a tocar fondo, y aunque ciertamente así era, parecía haber olvidado que fue él mismo quien me explicó qué se esconde en lo más profundo: una fuerza que pocos conocen y aún menos saben emplear para sus propósitos. Y tras toda su complacencia podía ver un perverso y desesperado júbilo por tenerme a su lado; ¿qué sería de él completamente solo en este lugar?
- Bien, amigo mío - rompió el tenso silencio mientras esbozaba su malévola sonrisa -. Esta noche has podido comenzar a intuir cuan fuerte es el poder que alcanzarás conmigo, que aunque no exento de sacrificios, no será nada que no puedas manejar junto a mí.
Se acercó a la mesa y mientras servía ceremoniosamente vino en dos copas prosiguió:
- pocos obstáculos quedan ya en nuestro camino. En breve estarás preparado y saldremos en busca del lobo - se detuvo un momento pensativo y exclamó - ¡Pero qué error cometió dejándote llegar hasta mí con vida! ¡Estúpida y confiada criatura! Es evidente que su dominio sobre los bosques ha llegado a su fin.
Y terminando de servir el vino añadió:
- bebamos pues por la próxima cacería Frantisek; tras ella brindaremos con su sangre y nada ni nadie podrá oponérsenos jamás.
Entonces alargó el brazo ofreciéndome una de las copas y comentó sonriendo:
- después puedes ir a descansar; recuerda que esta noche ya no habrá pesadillas.
- Te equivocas - contesté.
Y con todas las fuerzas que pude reunir lancé la estatuilla contra el suelo logrando que se rompiera en pedazos.
Mientras la copa se soltaba de la mano de Hlinka y caía, la fuerza vibrante que había estado encerrada se expandió por la sala en un pulso que apagó todas las velas y la chimenea, trayendo la oscuridad más absoluta. De sus raíces brotó la figura del espectro, gigantesca y terrible, que se adueñó del espacio engulléndolo, arrastrando en su movimiento el viento gélido que la acompañaba y que era capaz de arrebatar hasta el último aliento aniquilándolo todo. Pensé que sucumbirían hasta los muros de piedra que crujían amenazando con ceder mientras corrí hacia la puerta huyendo de ser desgarrado por mi propia ira.
Y corrí y corrí hasta atravesar las murallas que ya no pudieron atraparme, y sin detenerme ni un instante me apresuré más allá de las calles de la ciudad y del puente hasta parar, totalmente exhausto, frente a la negra torre que se alzaba en la otra orilla: la entrada del bosque.
Pensé en girarme y mirar atrás pero al otro lado del umbral, muy cerca de mí, algo me observaba desde las sombras. Entonces me di cuenta que se trataba del lobo; sentado sobre sus patas traseras y muy erguido era realmente majestuoso y aunque casi no podía distinguir su negra silueta perfilada contra la oscuridad sus ojos brillaban con una intensidad fabulosa.
Aquellos ojos... Sin poder ni querer moverme me quedé extasiado contemplándolo, tratando de entender qué clase de ceguera me había llevado a considerar aquella criatura como una simple amenaza. El temor que sentí la primera vez que lo vi se convirtió en asombro ante su imponente presencia. Comprendí mientras me observaba, que no sólo era terrible, sino que estaba imbuido de profunda sabiduría y un aura de sacralidad. Parecía estar tejido a partir de la urdimbre del bosque y había estado allí, junto a su puerta, aguardándome; ¿quién era pues sino el custodio de aquel santuario, el guía a lo profundo de la morada misteriosa?
Totalmente maravillado, estuve un tiempo eterno contemplándolo hasta que, llegado el momento que estimó oportuno, se giró y comenzó a caminar adentrándose en el bosque.
Tras sus pasos seguí el camino que abría para mí en la noche; la ruta segura por el mundo del secreto inagotable.


"Aparecerá aún
El lobo frente a ti
...
Tómalo como hermano
Pues el lobo conoce
El orden de los bosques
...
Él te conducirá

Por la ruta llana

Hacia un hijo de rey

Hacia el paraíso"

Canto popular rumano.

5 comentarios:

A do outro lado da xanela dijo...

Hola!

Soy nueva en esto de los blogs, y he estado recorriendo unos cuantos para ver si me inspiraba. De esa forma he llegado hasta aquí.
Sin más, solo quería saludar.

Hasta luego!!

Mahatma dijo...

Profundo respeto por lo sagrado, al comienzo desconocido, pero nunca del todo conocido.

Excelente.

M.

Anónimo dijo...

Gracias Mahatma, viniendo de ti es todo un elogio.
Un abrazo.

Mahatma dijo...

Pola, me tomo el atrevimiento de invitarte a realizar un juego, que se explica en mi último post. Entendería perfectamente si no quieres hacerlo, o sea, es sin ningún compromiso.

Saludos!

M.

Anónimo dijo...

Hola Pola,

Durante mucho tiempo he estado reconcomiendome por dentro a medida que avanzabas en tu relato.
Como cuando te fuiste al himalaya con Elize, las búsquedas de la iluminación te han llevado por las sendas mas inciertas (no inciertas, terribles, por que no hay mas terrible que jugarse el alma, pero que es esta búsqueda si no pones toda el alma en ella).
Yo me he acurrucado en mi sofá leyendo, sabiendo al mismo tiempo que el temor no era tanta opción por que era pasado, pero temiendo por que hasta pasado infunde respeto.
Hay cosas oscuras ahí, en el alma, que creo que llegaron allí a través de la fractura.
La mayoría no las ve, pero para quien las ve son, inmisericordes. Tambalean tu fe, y miden tus fuerzas, y sacuden tu ser, para devorarte si te derriban.
Me alegra tu regreso y saber que trazaste el camino de ida y vuelta incólume, que no sin cambio.
Cambio para bien.
A mi me haces cambiar cada día.
Por eso te quiero tanto.
Y por eso te mandamos besos.
Yo y la mariposilla.

 
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