sábado, 19 de mayo de 2007

La pregunta de Perceval

Hay cierta tirantez en mi ánimo que me es difícil expresar. La certeza de que tras la visita a Cnosos algo comenzó que debe ser concluido, una necesidad del alma. Y esa sensación tira de mí aún no sé bien en qué dirección. Expresado de esta forma puede parecer algo angustiante, pero no es así. Es realmente fascinante, alentador. Puro anhelo de conseguir lo que puede ser conseguido, que me insta a ponerme de nuevo en camino. No quiero dar tumbos, ni extraviarme en un laberinto de reflexiones estériles. Ángelo con sus visitas en los momentos oportunos me ha mostrado cómo funciona mi espíritu; una pregunta debe ser formulada y ella se convierte en la semilla con la que comenzar o continuar la búsqueda. Y la primera respuesta será un principio, una aproximación.
Dicen que las buenas preguntas llevan implícita su propia respuesta y al pensar en esto me vino a la cabeza una vieja historia que habla también de una pregunta y una búsqueda: La Búsqueda.

Cuenta Chrétien de Troyes en su Perceval, el cuento del Grial, como el joven caballero visita al afamado Rey Pescador en su castillo. La vitalidad de todos sus dominios decae y hasta su castillo se derrumba comprometido por el propio estado del monarca, afectado de una extraña enfermedad que le ha dejado terriblemente envejecido y debilitado. El renombre del rey atrae a muchos caballeros, pero al contemplar su estado éstos olvidan qué los había llevado hasta allí y tratan de reconfortar al rey y no importunarlo, lo que paradójicamente no hace más que empeorar su salud y la del reino. El propio Perceval se conduce de esta manera en su primera visita, pero tras partir es recriminado por su prima que le muestra cuál ha sido su error:

"¡Ay! ¡Desdichado Perceval!
¡Qué infortunado eres ahora
por todo lo que no preguntaste!
Hubieras podido enmendar tantas cosas
al buen rey que se encuentra tullido,
pues habría recuperado del todo
el poder de sus miembros y de su tierra,
¡y grandes bienes tú habrías conseguido!".

Así, en la segunda ocasión en la que Perceval se encuentra con el Rey Pescador le formula la pregunta necesaria. Y tan necesaria era, tan correcta, que sólo con pronunciarla el rey sana y rejuvenece y con él todo su reino.
La pregunta necesaria y correcta no es sólo que lleve implícita su respuesta, sino que el hecho de ser capaces de plantearla hará que despliegue todo su potencial de trasformación. Sobre nosotros, sobre el mundo.
Nada de rodeos entonces. Si sabía qué quería lograr sabía qué debía preguntar.
Por eso estuve horas meditando aquella tarde el la piscina de la torre; interrogué primero al agua, luego al fuego, y cuando se hizo de noche a las estrellas:
- ¿Qué debo hacer para completar mi camino?

Esa noche tuve un sueño. Tenía en mis manos un libro que leía con mucha atención, pues cada una de sus sentencias se me antojaba una profunda Verdad, así, en mayúsculas. Sintiendo que empezaba a despertarme me esforcé por recordar lo que había leído y mientras el sueño me abandonaba conseguí recordar las dos últimas frases. Sin embargo, al despertar por completo, la primera de ellas se desvaneció y me concentré en evitar que la última siguiera el mismo camino. Para evitarlo la repetí y repetí una y otra vez mentalmente hasta convencerme de que no desaparecería. Y no lo hizo. Esa sentencia decía:
"Si quieres completar la Obra debes abandonar el reino de Kronos y encontrar Aión".
Allí la tenía; la primera respuesta a mi pregunta. Mi semilla.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Saber lo que estas tratando de hacer solo consuela la parte que se alegra cada vez que das un paso.
Pero no dejan de ponerme nerviosa las ideas que me vienen de que en el viaje podemos perderte.
Vuelve mejor o vuelve igual, pero vuelve.
No se que haríamos Olympia o yo sin ti.
Al menos estas con Elyze, y lo se, no estar solo en el empeño es algo.
Te diría mas pero no se me da bien hablarle al viento.
Yo...

 
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