miércoles, 23 de enero de 2008

El "plan"

"Por desgracia, a veces ocurre que aquellos que creen combatir al diablo, sea cual fuere la idea que se hacen de él, se ven así, con la mayor sencillez y de manera imperceptible, convertidos en sus mayores servidores."
René Guénon


Desde que vivo en París y mis ojos están más abiertos, he ido comprendiendo cómo en muchos aspectos este lugar es un enclave muy especial, un semillero del que surgen las más variadas ideas. Aquellos que han comprendido o intuido la particular fuerza que posee el espíritu de esta ciudad y han tratado de utilizarlo o domesticarlo según sus propios designios, pueden haberlo conseguido con mayor a menor resistencia, mayor o menor fortuna, pero si lo han hecho, sus logros se propagan hacia el resto del mundo, afectando profundamente en ocasiones al devenir de la humanidad.
Pero el orden humano y el orden cósmico no son realidades separadas; reaccionan y se reflejan el uno en el otro imbricados hasta lo más profundo en una íntima correspondencia.
Y es que existe en este lugar un caos vivo de potencialidad terrible. Mora en lo profundo y a veces camina por la superficie. Se regocija con los ciegos que lo invocan inconscientes y ante los locos que creen comprender y controlar su naturaleza. Él se burla del cosmos con su sonrisa de serpiente y pasea por París -que dice le pertenece-, sabedor de que muy pocos pueden ver lo que esconde su rostro de joven encantador y son aún menos aquellos que podrían siquiera soñar con oponérsele. Y esta ceguera e incapacidad son parte de lo que esta ciudad ha contribuido a extender por el mundo. París no es el núcleo de todo, pero sí ha jugado un papel considerable convirtiéndose en un centro importante del nacimiento y desarrollo del pensamiento moderno.

¿Por dónde empezar? ¿Cuál es la causa de la inconsciencia ante la presencia de un ente como este y de todo lo que representa? Un ser humano reducido a simple espectador a quien se ha privado del uso de las facultades que le permiten rebasar las barreras de lo meramente sensible y establecer una conexión con aquello que pertenece al ámbito de lo espiritual. Pero, ¿cómo atrofiar un sentido tan profundo? Consiguiendo que toda su atención y todo aquello que pueda realmente concebir se restrinja a sus sentidos; un universo reducido a la materia y una materia despojada del alma que la conecta a todas las cosas de este y otros mundos.
Esta concepción materialista está fundamentada en el racionalismo, llevando a sus últimas consecuencias el dualismo que introdujo la filosofía de René Descartes y que separó e incomunicó el cuerpo y el espíritu. Relegado el espíritu a una trascendencia inalcanzable, la atención de la mente moderna debía centrarse únicamente en aquello meramente corpóreo y mensurable, desvinculándose de todo lo que perteneciera al ámbito de lo sutil.
La ideas de Descartes se propagaron en gran medida gracias a la labor de difusión de su amigo y consultor Marin Mersenne, miembro de la austera orden de los Mínimos y también científico. Mersenne mantenía una abundante correspondencia con la intelectualidad de la época como científicos de la talla de Galileo, Fermat o Huygens. Fue un apasionado defensor del racionalismo cartesiano así como detractor de la concepción del Alma del Mundo, lo que le llevó a un largo enfrentamiento intelectual con Robert Fludd.
El desarrollo del racionalismo corrió paralelo a la reforma que Richelieu comenzó en Francia y que desembocó en el desmantelamiento del poder feudal de la nobleza y la instauración de la monarquía absoluta. En París su política y la de sus sucesores el cardenal Mazarino y Jean-Baptiste Colbert, llevó a cabo una profunda remodelación urbana. No sólo se alumbró, pavimentó y ensanchó el trazado de las calles, sino que se produjo todo un cambio en la mentalidad sobre la función del espacio público que comienza a consagrarse a la mera circulación, relegando otro tipo de actividades antes públicas al ámbito privado y familiar. Se persigue y encarcela a aquellos considerados marginales, como los que formaban la llamada corte de los milagros, y la planificación urbana comienza a tener un importante papel en la ordenación de la vida y el control de los ciudadanos por parte de la policía y el ejército.
¿Qué clase de fundamento había encontrado la filosofía de Descartes para tener tal aceptación y desarrollar tanta influencia desde entonces hasta hoy? El cambio que en el espíritu de la época y las costumbres habían propiciado tanto la Reforma protestante como la Contrarreforma producida como respuesta por parte de la Iglesia Católica.
La Reforma no pretendía liberar al individuo, sino restablecer el rigor y el orden que el cristianismo había perdido por los desmanes de la iglesia. El protestantismo introduce un profundo rechazo a la cultura del Renacimiento que considera pagana y produce una censura radical de la cultura hermética y neoplatónica que, incorporada al cristianismo, exaltaba la Imaginación como sentido interno que permitía al ser humano aprehender las realidades del espíritu. Era éste el lugar de manifestación de dáimones y dioses. Todas las artes y las ciencias basadas en esta concepción comienzan a ser consideradas juegos diabólicos y a ser perseguidas. La Contrarreforma de la Iglesia Católica, lejos de defender la visión del Renacimiento, se afana en el rigor como Lutero, Calvino o los puritanos ingleses y pone al servicio de su persecución a la Inquisición.
Con esta revolución comienza la aniquilación del mundo del Alma, el reino intermedio que pone en comunicación la realidad sensible con el mundo supraceleste del espíritu, perdiéndose el puente que los conecta y con ella el "ojo espiritual" que supone la escala hacia lo trascendente. Se constituyeron así las bases de la cultura occidental moderna, relegándose cualquier otro tipo de concepción a la marginalidad.
Conscientes aquellos que son sus adalides de que a pesar de todo esfuerzo por controlar y uniformar el pensamiento y el comportamiento humano siempre es posible que se produzca una reacción ante la extirpación de algo tan fundamental, se ejerce el control férreo de la propaganda y no sólo se diseñan las normas, sino las normas para transgredir las normas, procurando reconducir a los descontentos hacia ámbitos inofensivos para el poder. Una forma eficiente de debilitar algo peligroso es convertirlo en una moda y pasar a controlarlo, vaciándolo de cualquier sentido profundo que pudiera tener para dejar en todo caso las formas externas. Se pervierten los mensajes e incluso el sentido de las palabras que poco a poco pasan a no significar casi nada.
Y estos tecnócratas o ingenieros sociales son muchas veces inconscientes de las fuerzas que manejan y que apenas entienden, sirviendo a influencias que ni siquiera son capaces de concebir. Mientras, éstas les observan con una sonrisa en la boca y un profundo convencimiento de que este mundo les pertenece.

Así es el gesto de la serpiente que a veces pasea por la superficie de la ciudad. Debe tener muchos nombres. Ante mis compañeros y ante mí se presenta como Eugen. Habla con nosotros sabedor de que somos capaces de percibir el fuego contenido tras sus ojos y va tejiendo sutilmente su influencia a nuestro alrededor aún no sabemos con qué intenciones. Comprender en la medida de lo posible quién es y qué es lo que quiere ocupa gran parte de mis pensamientos. Jamás creo haberme embarcado en nada más peligroso y difícil, pero sé que él encarna un secreto fundamental; sólo espero tener suficiente sabiduría como para no perder de vista el gran camino, si llego a acercarme demasiado a los senderos tortuosos.


miércoles, 2 de enero de 2008

Elixir

Quintaesencia,
lo primero y lo último,
Caos, raíz del mundo.

Los despiertos la perciben;
los conocedores la toman de lugares donde mana;
los que han comprendido la toman de cualquier lugar,
pues su fuente no mana de ningún sitio
sino de todo sitio;
su agua siempre ha existido
y es nueva;
si ahora fluye aquí
no ha sido desviada de ningún otro lugar;
recién creada a la vez que eterna e inagotable,
al amanecer recogen su rocío
en los campos de la eternidad.
 
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